Scanning Monterrey 2.

El sábado pasado recibí una llamada... una invitación:

- Vamos a salirnos, el día está muy bueno.
- ¿Por qué? ¿qué hay?
- Nomás porque estamos vivos- respondió.

Así que tomamos el metro con dirección al Norte, a Ciudad Universitaria. Realmente no teníamos ningún motivo para ir, fue sólo por salir a la calle. Bajamos y caminamos hacia la Facultad de Arquitectura, que estaba casi vacía y con calma merodeamos por los pasillos sin que nadie nos notara. Fotos por aquí, fotos por allá.

Leyendo la vitrina de anuncios fue como me enteré del próximo Simposio de Diseño Industrial y de otras de las cosas que pasan en la Uni... hacía años que no la visitaba.

Después nos dirigimos hacia la Biblioteca Magna Raúl Rangel Frías, obra de Legorreta, que se yergue solitaria en medio de uno de los segmentos más estériles de la ciudad. El edificio parece haberse escapado de Valle Oriente, en donde las construcciones del alumno de Barragán rigen el paisaje.
Para cuando llegamos la biblioteca ya estaba cerrada, así que entre banquetas vacías y mirando con extrañeza el decaído paisaje industrial regresamos a la estación Niños Héroes.

Aunque fue un buen momento de paseo, no pudimos dejar de pensar en Monterrey, la ciudad, y en los infinitos huecos en medio de la mancha urbana, en todas esas fábricas que parecen estarse desmoronando, y en cómo la ciudad se acerca cada vez más a convertirse en un pueblo fantasma, lleno de ventanas tapiadas, construcciones abandonadas y banquetas desoladas.

¡Monterrey, quiero pasear!

- Eugenio Cristo y Mónica Vega.